Salgo del metro. Intento recordar que hice ayer domingo. Me doy cuenta de que en algún momento, a media tarde, cogí un coche para volver del centro hasta mi casa en las afueras.
Pero no recuerdo qué camino seguí. Qué grupo iba escuchando. Qué conductores me la jugaron y en cuál de sus familiares difuntos me cagué. Dónde aparqué. Cómo llené las horas hasta que llegó el sueño.
Solo sé que es lunes y que debí hacer todo eso, pero no lo sé con certeza. Ni una imagen. Ni un detalle. Esas horas no están en mi cabeza. No consigo recuperarlas por más que me froto teatralmente las sienes esperando en el paso de cebra.
La solución es obvia y me llega como un disparo. Ayer morí de vuelta a casa. Un accidente de tráfico, por ejemplo.
Esto es el infierno (o el cielo) y yo soy un fantasma.
Me han borrado la muerte y estoy condenado a seguir con mi vida cotidiana, día tras día, ignorando que estoy muerto, que es todo una ilusión, que es todo un sueño.
Perdiendo realidad hasta desaparecer, sin darme cuenta, fundido en el gris del suelo.
Posted by P. at 15 de Abril 2010 a las 06:25 PM