Pocas ganas/ideas (que al fin y al cabo son lo mismo) para escribir hoy aquí. He pasado por la biblioteca de la facultad para quitarme el peso de Auster y Bian, y he secuestrado de los estantes a mi Cortazar (el Libro de Manuel, para releerlo) y una selección de las mejores letras y poemas de Leonard Cohen. Es un baboso cansino, insoportable, ególatra, pero a veces algún verso le redime.
Aunque caminaba mirando atentamente los suelos de Ciencias de la Información, no he podido evitar reconocer unos bajos de pantalón familiares. Su propietario me ha confirmado que me faltan la mitad de los apuntes para el examen de mañana. Supongo que eso me quita otro peso de encima.
Para terminar, un parrafo del libro del siempre preclaro Auster que he devuelto:
Casi todo el mundo piensa en la soledad como en una idea sombría, pero yo no le confiero ninguna connotación negativa. Es simplemente un hecho, una de las condiciones del ser humano, e incluso si estamos rodeados de otros, en el fondo vivimos nuestra vida solos: la verdadera vida tiene lugar en nuestro interior [
] Nuestro sentido del yo está formado por el pulso de la conciencia en nuestro interior, el inacabable monólogo, las conversaciones que mantenemos con nostros mismos y que duran toda la vida. Y todo esto sucede en la más absoluta soledad [
]. Aprendemos nuestra soledad en los demás. Cuanto más solo está uno, cuanto más se hunde en la soledad, más profundamente siente su relación con los demás
Reconozan, damas y caballeros, que a veces es inevitable cansarse de tener que hablar tanto con uno mismo y no poder retirarse la palabra.