6 de Febrero 2003

Cómo Molo.

                "- Are you cool?
                 - Yeah, I'm cool."
                      - Alguna de Tarantino

        He llegado a la conclusión de que molo mazo, más que Camilo Sesto si cabe. Para demostrárselo, les resumiré brevemente mi tarde de ayer. Comprobarán, sin lugar a dudas, que soy una sucia parodia de personaje de Cortázar escrito por un un tipo poco hábil, una especie de Bukowski sin encanto, un mala copia de un peripatético estereotipo pasado de moda. Allá vamos:

        Tomo un café solo y fumo. No me queda papel, así que recurro a una pipa marroquí, metálica, muy larga, y consigo perderme un rato en el humo. Me dejo llevar por una corriente hasta el baño, donde me afeito con navaja y obvio el impulso de cortarme una oreja. Me ducho. Entre el agua caliente, el Lactovit y la navaja he conseguido devolverme el cuerpo. Sobrevivo al aftershave. Me visto despacio, con ropa recien planchada, como si estuviese arreglándome para alguien (piénsenlo, a veces el olor que recordamos de otra persona, ese que suele concentrarse en el hueco del pecho, tiene un 90% de la fragancia del suavizante que utilice y un 10% de feromonas propias). Bajo a casa de mi Señora Madre a por hielo. Hay una carta para mi.
        De vuelta en mi zulo/buhardilla me sirvo un Ballantines, pongo el Blue Train de ColtraneJohn Coltrane's got a great big train / colour of the juice running through my veins / and if you leave me boo hoo hoo / I’ll turn of this colour too”) y brindo por el examen que tenía que estar haciendo en ese momento. Abro la carta. Alguien me cuenta lo feliz que es y me desea que yo también sea feliz. Me manda fotos de unas calles nevadas que no son especialmente hermosas. Sirvo otra copa y brindo tambien por la gente que encuentra su sitio. Cuando acaba el disco, despues de varios whiskys más y una docena de pipas, decido irme al cine. Nunca, creo, lo había hecho solo. Me dejo puestas las gafas de pasta para el evento, así pasaré desapercibido entre los cinéfilos intelectualuchos asquerosos.
        Paseo por Majaderohonda, compro papel, disfruto de una ligera ebriedad. En la taquilla de los Renoir me preguntan tres veces si sólo quiero una entrada. En las tres ocasiones respondo alto y claro. La película (Ciudad de Dios) se me hace demasiado larga y no consigo olvidarme de que estoy allí sentado. Vuelvo a casa muerto de frío, escribo un post lloroso para ésto pensando en alguien que ha decidido sacarme de su vida y c’est tout.
        Damas y caballeros, que alguien me mate.

Posted by P. at 6 de Febrero 2003 a las 05:43 PM
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