Estoy dentro de un coche que parece abandonado, en el asiento del copiloto. Fuera esperan dos hombres. Su aspecto es completamente anodino. Charlan junto al coche y sé que sólo están esperando a que salga. Disimulan: su conversación se prolonga mucho más que de lo que sería normal en dos vecinos que se encuentran en la calle. No sé que quieren de mi, no miran nunca hacia el interior del vehículo, no dejan de hablar, no pierden su aspecto afable y cotidiano. El día se oscurece, empieza a hacer frío. Piensan seguir ahí lo que sea necesario.
Y yo no voy a salir.