"A caballo en el quicio del mundo
un soñador jugaba al sí y al no."
- Columpio, G. Diego.
Es la sensación que se tiene en el andén de metro, el incómodo hormigueo cuando el convoy entra en la estación y se acerca, cuando sabes que solo un pequeño paso adelante y. Cuando tienes la certeza de que podrías inclinarte lo justo para. Es el vértigo (mi vértigo): no es miedo a caer, es pánico a no poder ejercer el autocontrol que impide que resbale hacia el borde para.
Es cuando viajas de noche por la autopista y piensas lo hermoso que sería extender la mano hacia el volante y girarlo de golpe para que escapase de las manos del conductor, desviarlo hacia el muro de contención hasta que. Cuando te acercas tanto al espejo que lo empañas con el aliento, te miras a los ojos y piensas que un ligero cabezazo y el sol llegará a partes de tu cuerpo donde nunca ha brillado.
Les veo venir, damas y caballeros: no tomen ésto como la declaración de un posible suicida. Tampoco me van el cuero, los latigazos, la cera caliente o los nippleclaps. No me entretengo dibujando espirales con una cuchilla sobre el mapa de mi piel ni apago cigarros en la planta de mis pies. Sólo digo que los límites están ahí para recorrerlos con los brazos extendidos, descalzos, a pasos cortos.
Elegimos caminos y hay muchas formas de hacerse daño que no implican que corra la sangre.