Hoy el Señor Adrián (a quien vemos aquí en Hamlet) ha tenido la desfachatez de sacarme del congelador, donde disfrutaba de un satisfactorio veraneo, para que responda a su malsana curiosidad en esta entrevista. Por supuesto, me he visto en la obligación de devolverle la jugarreta.
Sr. Adrián - Sin rodeos. ¿De qué equipo es usted?
P. - ¿De cual voy a ser? del Equipo A. He heredado el atractivo de Phoenix, la gracia de Murdock, el savoir faire de Hannibal y la cresta de M.A.
Sr A.- Se rumorea que sus visitas a Málaga no se deben tanto al placer estival como a la intención de bajarse al moro y que la señorita Caína ejerza de camello. ¿Cuáles son sus declaraciones al respecto?
P. No tengo el discutible placer de conocer a la tal Srta Caína, (aunque ella insita en acusarme de la muerte de su conejo y de beberme su café), nunca he estado en Málaga (fue mi hermano gemelo malvado) y no es cierto que esté entrenando para esconderme quince huevos de hachis en el trasero.
Sr A. - ¿Cuál es el motivo de que oculte su rostro en las impresiones fotográficas? ¿Teme acaso que le roben el alma?
P. - No oculto mi rostro. En realidad tengo una enorme P. negra en lugar de cabeza, lo cual dificulta enormemente el comprar sobreros y sonreír.
Sr A.- Si Mickey era un ratón y Pluto un perro
¿Qué era Goofy?
P. Un ornitorrinco desarrapado y torpe con algún cromosoma de menos, una estúpida risa de jujujui y claramente el único personaje hetero de Disney.
Sr A. - ¿Piensa en sus fans a la hora de salir a la calle y darse cuenta de que algún lector podría acosarle?
P. - De crío me acostumbré a salir con una bolsa en la cabeza para que los otros niños no me tirasen piedras. Ahora no soy fácilmente identificable porque siempre llevo puestas unas gafas y nariz postizas. Como socio fundador, presidente, secretario y miembro único de mi club de fans, me acoso con frecuencia, aunque algunos se empeñan en tildarlo de onanismo.
Sr A.- ¿Qué opina de la inclusión de Grecia en la zona euro?
P. - Opino de que si.
Sr A. - Hemos dejado para el final la última pregunta, por aquello de que si no, no sería la última: ¿Le importa si le llamamos de usted?
P. - Last and yes least, si se le ocurre tratarme de tu en algún momento, le partiré los morros, quemaré su casa y sembraré sus campos con sal.