29 de Septiembre 2003

P, Bartender II

        Mi costumbre de ponerme una copa cada vez que sirvo otra hace que necesite airearme urgentemente. Salgo de la barra y camino por un descampado, creo que busco un sito donde vomitar o morirme. Llevo tal borrachera encima que empiezo a enredar mis piernas y avanzo a tropezones y giros como una peonza trazando en la arena signos cabalísticos. Voy diciéndome en voz alta para tratar de convencer a mi organismo “no estás tan mal” (pero debe sonar algo como “nruo ewsrtuas twan mual”). Al final me apoyo contra un coche en una calle vacía para no abrirme la cabeza contra la acera.
        Alguien juega a girarme el mundo y a cambiar mi centro de gravedad y ya no sé si estoy de pie contra el coche o sentado en la acera o tumbado en el capot con la cabeza colgando. Escucho dos voces femeninas a mi lado. Una dice: “eh, cuidado, no sigas meando que ese de ahí nos está viendo el culo”. Creo que me tambaleo algo más como un tentetieso tratando de erguirme y adoptar un aspecto digno y respondo en voz alta hacia la nada: “tranquilas, si viese algo serian cuatro culos y no sabría cuales son los auténticos”
        Después creo que me desplomo definitivamente sobre la acera. Eso si, con mucha dignidad.

Posted by P. at 29 de Septiembre 2003 a las 05:05 PM
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