28 de Enero 2003

Sueños.

                “And in a dream I’m a different me
                With a perfect you
                We fit perfectly
                And for once in my life I feel complete
                And I still want to ruin it
”
                    - Even Deeper, Nine Inch Nails.

        Hoy, como siempre, no recuerdo lo que he soñado. Todavía no he decidido si es una ventaja o un incoveniente. Los sueños son traidores. Siempre acaban doliendo porque no tenemos lo que enseñan, lo que vivimos en ellos. Creo que podría prescindir de mis sueños. Coleccionaría los ajenos. V. me regala los suyos de vez en cuando. Son perfectos: parece que en lugar de soñarlos los escribiese con su cabecita mientras duerme.

        Le contaba a la Srta C. un sueño que tuve donde la historia era lo que menos importaba. Hay que reconocer que los de escenografía y atrezzo se lo habían currado (gracias, Mervin Pumpkinhead): una casa solariega, de dos plantas, sin puertas, con una tarima de oscura madera vieja y enyesados en el techo, extendiéndose sobre un paisaje arbolado. Una mezcla entre pazo gallego y mansión victoriana. Pero la obra de arte era de los de iluminación. A través de unos grandes ventanales de cristales viejos, rayados y sucios, se filtraba una luz que podía cortarse con un cuchillo, una luz de atardecer otoñal que podía tocarse, intolerablemente cálida, completamente real. Todo el sueño, gracias a esa luz, transmitía una sensación de sosiego curiosa que nunca experimento en la vigilia. La Srta C. dijo que ese sitio debía existir si había soñado con él.
        Hubo una temporada en que estaba constantemente peleándome en sueños. Al despertar, sólo recordaba la violencia, darme hostias con alguien hasta machacarlo o hasta que me dejaba hecho trizas. En uno de ellos, por más que golpeaba a un tipo, no parecía afectarlo y seguía sonriendo triunfalmente mientras yo trataba de que sangrase él antes que mis nudillos.
        Nunca tengo pesadillas. Es curioso, pero por más oscuro que sea un sueño, por más preocupante, nunca tengo sensación de agobio o de miedo. Mantengo una fría calma onírica, soy un espectador ajeno a lo que le ocurre. Tampoco suelo tener sueños sexuales, humedos. G. siempre recordaba sus sueños y todas las noches echaba un polvo onírico, incluso con gente que no le atraía, en cualquier situación inusual. Es curioso eso de que te pongan los cuernos en sueños. Tampoco he soñado que vuelo, y raras veces que caigo. Me pregunto que demonios reflejará eso.
        Otro día, supongo, me extenderé en un tema sobre el que se puede escribir demasiado. Hasta entonces, damas y caballeros, ya saben: algunos relatos de Kafka que no pueden ser sino sueños (“Un Médico Rural”, “Un Sueño”, “Visita a la Casa de los Muertos”, etc..) y, por supuesto, mi adorado Neil Gaiman y su Sandman.


                "- So what I want to know is, when I'm asleep, do I really remember how to fly?
                  And forget how when I wake up? Or I just dreaming I can fly?
                 - When you dream, sometimes you remember. When you wake, you always forget.
                 - But that's not fair...
                 - No
."
                    - Sandman: Brief Lives, Neil Gaiman.

Posted by P. at 28 de Enero 2003 a las 02:34 PM
Comments
Post a comment
















Atención: Introduce el código de seguridad para poder comentar.