Se acabaron las eternas noches en que buceo el mar de sábanas medio dormido buscando un cuerpo con curvas: acaba de llegar ella. Acostumbrado al bajo (24 trastes de símbolo fálico) esta canija se me escurre entre los brazos. No se pueden imaginar lo bien que suena, ya les colgaré una demostración.
 No sé si volverme negro para ser Ben Harper, morirme como Jeff Buckley o dejarme un tupé a lo Elvis para devenir en Andy Cairns. Damas y caballeros, seguiré con el tabaco y el whisky hasta conseguir una auténtica voz de cantante folk.