Empecemos: hoy tengo el día hortera/agresivo. Paso de sonreir estúpidamente y mover la cabeza escuchando New Order a tener ganas de soltar codazos y patadas poniéndome Slipknot (si, Slipknot, qué pasa, you can't see California without Marlon Brando's eyes). A pesar de eso, disfruto de un curioso buen humor. Varias reflexiones/tonterías de jueves atravesado:
- He bajado mi consumo de tabaco enormemente. Ahora enciendo un cigarro por cada cinco que fumaba antes. De hecho, si trato de encadenar dos, mi cuerpo se pone en huelga y acabo tirando el segundo nada mas encenderlo. Las cosas han empezado a recuperar sus sabores y olores. La única desventaja ha sido comprobar que el café en mi casa sigue sabiendo a rayos.
- He decidido tener mi movil apagado la mayor parte del día. Ahora recibo una llamada o mensaje por cada diez que me llegaban antes. Ya nadie me telefonea a las seis de la mañana desde un concierto de Leonardo Dantés, ni me amenazan de muerte o me preguntan que llevo puesto, así que voy a prejubilar el dichoso aparatito. Ni siquiera tiene vibrador para encontrarle otras utilidades.
- Con la llegada del buen tiempo toca renovar vestuario, cambiar el estilo y dar un giro radical: me he comprado otras tres camisetas negras lisas.
- Descubro que la Caína se ha decido por fin a sacar adelante una web. Gracias, señorita, ha conseguido que se me quiten las ganas de volver a hacer nada en mi vida. Viendo lo que usted hace, cualquier tontería que pueda ocurrírseme a mi deja de tener sentido. Da mucho asco y envidia (la puñetera página es una preciosidad, no dejen de visitarla, así conseguire que la Caína se chinche y me bloqueé en el msn de por vida, además podrán escuchar el trozo de "Robando Gusanitos" del Señor Chinarro que ha metido en la portada).
Y para acabar, damas y caballeros, una cita que me he tropezado acabándome hoy "El Astillero":
"Sospechó, de golpe, lo que todos llegan a comprender, más tarde o más temprano: que era el único hombre en un mundo ocupado por fantasmas, que la comunicación era imposible y ni siquiera deseable, que tanto daba la lástima como el odio, que un tolerante hastio, una participación dividida entre el respeto y la sensualidad era lo único que podía ser exigido y convenía dar".
- J. C. Onetti.