Como dice Robertito Smith, que suele llevar la razón en casi todo, el silencio grita. Algunas madrugadas se convierte en algo tan palpable que ni siquiera el ligero ronroneo de animal dormido del ordenador ni el crepitar del cigarro consumiéndose en el cenicero lo callan. La idea del silencio llenándolo todo, envolviéndome y abrazándome suavemente, entrando despacio en mis pulmones, me ahoga. Lo imagino pasando su lengua caliente por mi mejilla, subiendo hasta el oído para acariciarlo con su tibia baba. Susurrando sin voz, me dice que teclear o hinchar los pulmones requieren demasiado esfuerzo.
Supongo que el silencio es intolerable porque se sabe que no hay nadie para llenarlo. No es la idea de estar solo en ese momento concreto, sino la de estarlo siempre, solo con la propia voz interna, una voz que nunca es lo suficientemente alta como para mandar callar al silencio. Damas y caballeros, al carajo los Depeche Mode y su "enjoy the silence".