6 de Octubre 2003

P, Bartender III (y final)

                "So I drink cause it makes me happier than being alone
                My good friend Johny Walker keeps me warm like a cunt.
"
                        - Release the Hostages, NOFX

        Amanezco a las diez de la noche. Salgo de la cama sigilosamente para no despertar a Madame Resaca.
        A las once ya estoy duchado, vestido y acicalado convenientemente, hecho un brazo de mar ojeroso y engominado.
        A las doce llego al chiringuito y me sirvo las primeras copa. No tengo las más mínimas ganas de estar allí.
        A la una me dicen que, tal y como van las cosas, vamos a perder parte del dinero. Decido recuperar mi inversión llevándomela en forma de whisky en el estómago. Dos o tres copas más.
        A las dos ya debo estar borracho, porque deja de importarme la falta de ganas
        A las tres olvido todo principio ético y moral y le sirvo a un menor una copa de DYC a palo seco. Para calmar la conciencia, me pongo yo un par más de Ballantines.
        A las cuatro, cortando limón para servir unos chupitos de tequila, me llevo medio dedo por delante. La clienta se queja de que los vasos estén manchados de sangre. Pringo el papel de fumar, la barra, la cubitera y la contraportada de mi "Moderato Cantabile" de la Duras. No muero desangrado.
        A las cinco alguien me pregunta si soy P. Respondo ebria y afirmativamente. Dos copas más.
        A las seis me rocían con colonia de mujer de las caras en un ataque que extrañamente no iba dirigido a mi persona. Tres Ballantines más para anular mi pituitaria y no soportar el olor.
        A las siete empezamos a echar el cierre por última vez. Brindis, patadas en el trasero a los últimos borrachos, fotos. Ballantines de despedida.
        A las ocho, desayuno para celebrar el fin de fiestas. En la gasolinera un coche tiene puesto a todo trapo "I know it’s over" de los Smiths y casi lloro. Señal de que sigo borracho.
        Redesayunamos sobre las ocho y media. Acabamos con todos los croissants del establecimiento.
        A las nueve volvemos a la explanada del recinto ferial, convertida en un mar de vasos y botellas rotas donde naufragan los últimos borrachos. Todo son gafas de sol y caras de sueño y risas afónicas. Más fotos.
        A las diez nos vamos de allí después de echar cuentas. Parece que finalmente vamos a recuperar el dinero que hemos puesto. Nos perdemos en un polígono industrial durante media hora. Recogemos y asustamos a un autoestopista.
        A las once, tras no conseguir convencer a la gente para seguir de cañas, me tomo el tercer café de la mañana en casa. Me miro al espejo y tengo un aspecto lamentable. Caigo redondo en la cama. Madame Resaca sigue ahí, esperándome.

Posted by P. at 6 de Octubre 2003 a las 06:30 PM
Comments
Post a comment
















Atención: Introduce el código de seguridad para poder comentar.