He estado sin conexión unos días y extrañamente he sobrevivido al síndrome de abstinencia. Esta madrugada (en que me recupero de otra madrugada que ya contaré mañana) estaba a punto de celebrar la ceremonia del seppuku cuando he recuperado sin saber cómo el servicio. Nada ha cambiado: en mi correo, ciento veinte mails freciéndome prolongar mi pene hasta tres pulgadas mediante métodos naturales. Van a acabar acompléjándome.
Supongo que, como las especialidades Ferrero, he vuelto.