Hace exactamente un año que empecé ésto. Hablaba, para variar, de una mañana de resaca. Siempre pensé que lo dejaría tirado en un par de semanas, un mes a lo sumo, pero por llevarme la contraria ha sobrevivido trescientos sesenta y pico días. Créanme, he tratado varias veces de ahogarlo con la almohada.
Supongo que estoy satisfecho con algunas (pocas) de las cosas que he escrito aquí. Las releo y no se me atragantan demasiado. Incluso llego a reconocerlas como mías, yo, tan acostumbrado a echarle las culpas siempre a otro. Supongo que lo más detestable en todo el conjunto es el tal P, con su indolencia, su chulería y su sensibilidad de cartónpiedra.
Y aunque no ha cumplido su objetivo principal (conseguirme unos cuantos escarceos sexuales), ha merecido la pena (Ánimo, todavía están a tiempo de ayudar a este pobre weblog a llevar a cabo su función: señoritas, dejen medidas y teléfono en los comentarios)
Tendré que escribir lo tópico, aunque suene formulista: muchas gracias a los que me leen. A aquellos que lo hacen desde el principio y todavía no han interpuesto una demanda por daños psicológicos. A aquellos que llegaron después pero que se han quedado. A los que dejan (dejáis, hoy me permito el tuteo) comentarios que no suelo responder por una extraña y estúpida vergüenza.
Veamos cúanto más puede durar.