3 de Febrero 2004

Límites de Tolerancia.

        Esta semana no he escrito no sólo por faltar a mi propósito, sino porque además he tenido acogidos durante cuatro días a unos amigos en casa en una carrera contrareloj para maquetar la revista y que esté lista para la primera semana de marzo. Oh, si, otro proyecto absurdo de esos en los que me embarco (y ya he perdido la cuenta): editar una revista en Oviedo.
        Y no sé si a todo el mundo le pasa lo mismo, pero yo me canso demasiado rápido de la gente. Soy incapaz de convivir con alguien veinticuatro horas sin que llegue un momento en que mire a mi alrededor buscando algo con que abrirle la cabeza. Su tono de voz, su risa o su cara se me convierten en algo tan insoportable que sólo con esfuerzo consigo contener los instintos homicidas. De vacaciones, con amigos que llevan ya años en nómina y a quien debería estar acostumbrado, no hacen falta demasiado para que se vea claramente que planeo como degollarlos mientras duermen y que después parezca un suicidio colectivo.
        Algunas personas consiguen saturarme incluso antes, y después de diez minutos en su compañía desconecto, miro fijamente a sus ojos y asiento mientras mentalmente voy haciendo la lista de la compra.
        Y estoy seguro de que si el equipo de la revista se hubiera quedado un sólo día más en mi casa, les habría envenenado la comida o atacado con una litrona vacía.

        Pd: Gracias por los comentarios y las felicitaciones por el año. Cien visitas en un día. Sniphs, me han emocionado. Bueno, vale, no me han emocionado porque tengo las entrañas de pedernal y horchata en las venas, pero me he frotado insistentemente media cebolla contra los ojos para conseguir humedecerlos.

Posted by P. at 3 de Febrero 2004 a las 12:39 PM
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