P, Marioneta.

                “Que las olas me traigan y las olas me lleven
                y que jamás me obliguen el camino a elegir.”
                        - Adelfos, Manuel Machado.

        Estoy considerando la opción de que elijan ustedes por mí. Todo sería mucho más fácil. Supongo que en el fondo el sueño de cualquiera es no tener que enfrentarse a las decisiones Siempre esperamos que nos impongan una opción o que las circunstancias dejen claro por dónde hay que tirar.
        Yo hago eso. No decido nunca hasta que las cosas toman por si solas una dirección. Me aterran las consecuencias de los actos más sencillos (“¿café cortado o con hielo?”), así que normalmente me quedo quieto, tarareando por lo bajito y haciéndome el despistado, y cuando por fin se me viene encima el momento de decidir agito los brazos como espantando moscas para ver en que dirección cae el problema.
        Por eso sólo tengo camisetas negras y lisas. Así no tengo que pensar qué ponerme por las mañanas.
        Instalaría aquí un sistema de votaciones y al principio consultaría cosas anecdóticas. Cosas sencillas como ¿debería ir hoy cortarme el pelo? o ¿calcetines negros o grises?. Y por supuesto, acataría la decisión de la mayoría. Con el tiempo pasaríamos a cuestiones trascendentales: ¿me levanto mañana de la cama?, ¿Finjo mi propia muerte y empiezo una nueva vida en Tombuctú? ¿Le parto la cara a X, me tiro a Z?. Al final dependería tanto de sus elecciones que debería consultarlo todo y tendría que pasar por aquí constantemente: ¿me enciendo un cigarro o espero tres minutos más?.
        Podrían hacer de mi una marioneta, un guiñol, lanzarme de un lado a otro, bailarme sacudiendo las cuerdas. Tomar decisiones que arruinasen mi vida o que me hicieran triunfar. Y yo, de quejarme, no levantaría los puños airado contra el destino o el azar o contra mi mismo. Tendría a quién culpar, y sería a ustedes.