Con palabras, con gestos y con semblante
me construiré una perfecta armadura
y así me enfrentaré a los malvados
sin miedo o debilidades.
Querrán dañarme. Pero de aquellos
que se me acerquen ninguno sabrá
dónde están mis heridas, mis vulnerabilidades,
bajo todas las mentiras que me cubran.
- Emiliano Monae, Kavafis.
Me canso de controlar mi cara y de medir mis gestos, de obligarme en ciertas situaciones a sonreír con media boca o entrecerrar los ojos para mirar con agudeza, de apretar los labios en un gesto entre torturado y sesudo. De entrar en los bares llenos sacando hombros y bajando la cabeza, mirando de refilón para hacerme el interesante. De meter tripa.
Me agota dejar escapar el humo despacio de mi boca y atraparlo por la nariz, lanzarlo después con fuerza, taparme la cara estudiadamente con la mano que sostiene el cigarro (when he brings his hands down/ from lighting a cigarette/ you see his eyes/ like the eyes of a tiger staring past/ into the wind), poner la voz más grave u obligarme a soltar una risa desengañada cuando alguien pasa junto a mi en la mesa de la cafetería.
Quiero quedarme embobado, sin brillo en los ojos, balbucear. Parecer increíblemente obtuso, inofensivo y torpe. Poder relajarme y aceptar que en el fondo importa un carajo la imagen que esté dándole a la gente con la que me cruzo.