Limpieza de Temporada.

        Una gotera empapó hace dos meses parte de mi buhardilla. La misma lluvia que caía sobre un par de millones de personas que mostraban su duelo en las calles me jodió una docena de libros. Y yo me pasé todo el anochecer con un trapo, secando y escurriendo.
        El agua también se coló bajo la mesa donde los apilaba, mojando lo que guardaba allí. La funda del bajo, la bolsa de la reflex, apuntes de la carrera. Y dos carpetas donde tengo papeles que forman la parte tangible de mi pasado. Lo saqué todo y lo distribuí por el suelo de la habitación aleatoriamente.
        Desde entonces me he tropezado con las carpetas cada mañana al levantarme. Y hoy me he decidido a quitarlas de en medio pensando en la salud de los dedos de mis pies y de paso hacer limpieza de su contenido. Eliminar todo lo anterior a los dos últimos años y reducir mi pasado a ese periodo.
        Tiro el guión de un corto en que actué, un par de programas de la compañía de teatro, hojas con garabatos, una agenda con teléfonos, algunas fotografías. Pocas cosas escritas por mi, muchas cosas escritas por otros. Ojeo también unas cuantas cartas. Una de ellas empieza: "3 de abril del 99, hoy tampoco me has escrito".
        Y se me anudan las putas tripas al leerla. Y me dan ganas de tirarme al suelo o romperme los nudillos contra las paredes. Merece la pena saber transformar la tristeza en rabia, frío o asco porque así es más fácil de manejar.
        Porque hoy, a 6 de mayo de 2004, no sé que es de ti. Y me duele. Pero a eso debe reducirse esto de vivir: a ganar gente para perderla. No quiero pensar en todas las personas que han salido de mi vida en los últimos años porque se me quitarían las ganas de conocer a nadie más. Y aunque la carta está dentro del plazo de tiempo que he decidido eliminar, vuelvo a dejarla en la carpeta.
        Mañana le echaré un vistazo. Pasado, otro. Y así hasta que no me produzca ninguna sensación y pueda, tranquilamente, hacerla pedazos.