21 de Abril 2005

Reflejos Gastados.

        Nunca he estado en el bar, pero me enamoro de su mobiliario viejo y gastado, casi de postguerra, de su olor oscuro y humedo, de sus enormes espejos cubriendo las paredes, marcados como de escarcha en los bordes, rayados por la limpieza de mil trapos, espejos que convierten cada reflejo en una fotografía antigua color sepia, arañada y sucia.
        Bebo cerveza. Hablamos. Yo pongo mi voz grave de tipo interesante más para la chica que lee en la mesa de al lado que para ella.
        Le digo: "Bueno, ¿Qué tal tu recién descubierta bisexualidad?" (una mañana me desperté y tenía un mensaje suyo diciendo cuánto me echaba de menos a veces y que ahora estaba liada con una amiga.)
        Me cuenta que ella es delgada, con rastas rubias y tetas pequeñas y redondas, que se corre con mucha facilidad. Que se le agarra a la pierna, que a veces se pone muy triste sin motivos, que no sabe si la utiliza o si se siente utilizada. Que es curioso y dulce.
        Dice "Le he hablado de ti, tiene ganas de conocerte."
        Y entonces yo sólo asiento y murmuro "uhm", cuando lo que querría explicarle (si tuviera algún sentido hacerlo) es que ha pasado tanto tiempo desde que hubo algo entre ella y yo que nosotros, los de entocnes, ya no somos los mismos, que si compartiéramos unos minutos más de los necesarios para tomar la cerveza se daría cuenta de que soy un extraño para ella, que cualquier imagen mía que haya podido transmitirle a esa chica es la de un tipo que ahora no soy, adornado por su cabecita novelera.
        (Tampoco le digo que estoy viendo mi cara reflejada en el espejo tras ella y que no puedo sostenerme la mirada de lo horrible que me siento.)
        Me pregunta: "¿Y tu? ¿Qué haces?"
        Trabajo. Duermo poco. Callejeo por Madrid en mis horas de comida. Leo en el Retiro y en el autobus. A veces busco excusas para ver a gente, como hoy contigo, y tomar una cerveza.
        "No está mal. Suena tranquilo."
        Apuro mi cerveza y dice que se tiene que ir y a mi me parece perfecto porque posiblemente no hubiéramos encontrado más cosas que contarnos.

Posted by P. at 21 de Abril 2005 a las 05:54 PM
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