10 de Junio 2005

Muriendo.

        En el sueño ocurren otras cosas, pero esto es lo más importante:
        Bajo unas escaleras en penumbra. Voy guiando a un grupo de gente. Al pie de los escalones una figura a contraluz nos corta el paso (como cuando de madrugada al entrar en mi portal a oscuras la luz que entra de la calle recorta mi silueta gigante contra la pared).
        Agarro su mano y se la retuerzo, tirando del brazo hacia el suelo, obligándole a arrodillarse. Con la mano que tiene libre me golpea sin hacerme daño. Sostiene algo con filo pero sin punta que relampaguea en la oscuridad. La gente detrás de mi va saliendo al aire de la noche.
        Cuando la figura está en el suelo me reuno con ellos. Preguntan si estoy bien. Levanto la camiseta y enseño unos arañazos sin sangre, cortes poco profundos.
        Tuercen los labios, bajan a cabeza: "La navaja debía estar envenenada. Sólo te queda una hora de vida"
        Yo despreocupado, alegre, exultante: "Entonces vámonos a celebrarlo"
        (Cuando al día siguiente cuente esto a tres amigos de resaca en un coche, dirán "se nota que es un sueño: en realidad a nosotros nos habría dado igual y tu serías el triste y preocupado").
        Asi que en el sueño arrastro a toda la gente hacia un bar, pero nadie parece animado. Empieza a ponerme nervioso que estén tan callados, fúnebres, que me miren de reojo con compasión.
        "Demonios, es mi última hora de vida y no voy a dejar que me la amargueis". Y me voy del garito dejándoles allí.
        Amanece. Camino por una acera, los brazos extendidos, haciendo funambulismo de bordillo. Delante de mi se tambalean ebrios y despreocupados los dos o tres que han decidido acompañarme hasta el final.
        Miro un reloj, pienso que debo estar a punto de morirme y realmente me importa un carajo. Estoy tranquilo.

Posted by P. at 10 de Junio 2005 a las 02:33 PM
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