"Matadme"
Ese soy yo. Agonizo en el suelo del portal del hostal donde nos hemos alojado, encogido sobre mi estómago, la cabeza sobre el petate, sufriendo una de las peores resacas de mi vida.
"Por favor, matadme"
Ellos se reconstruyen la noche unos a otros: "entonces Peni empezó a intercambiar guiños con aquella tipa fea que a lo mejor debía tener 40 años..."
Insisto. "No me dejeis sufrir. Matadme"
"No me extraña que estés así de jodido. Lo flipé cuando empezaste a pedirte los whiskis con agua y luego a palo seco. Y cuando fuiste incapaz de distinguir tu copa de entre otras abandonadas por sus dueños sobre la barra, mezclaste todos los culos en una sola y te la bebiste de un trago."
Ese es Furfur.
"Agh"
Ese yo.
Este es Rubén: "Luego desapareciste. Eran las siete, iban a cerrar el garito y te esfumaste. No teníamos ni idea de dónde te habías metido." No consigo recordar cómo volví hasta el hostal.
Y al dolor físico va sumándose el dolor moral, la vergüenza, especialmente cuando me cuentan que me acerqué a un tío que bailaba con gafas de sol dentro del bar para pedirle que se las quitase, alegando que era un atentado contra la estética, el buen gusto y porque además le quedaban como el culo.
Aaagh
Así que una vez más hago propósito de enmienda y prometo no volver a beber sin mesura y ser buen chico y amar a mi prójimo, por lo menos hasta la próxima borrachera.