25 de Enero 2006

Torcido.

        Normalmente me vale con que brille el sol, pero hoy ni siquiera eso sirve, así que bajo por el Paseo del Prado camino de la agencia con el día torcido, el ánimo funesto, y es difícil que cualquier cosa que mire (las uñas en mis manos, la punta de mis zapatillas, las hojas en el suelo) no parezca absurda y triste.
        Giro delante de la Bolsa. Una pareja me corta el paso en la acera. Él, en sus treinta bien llevados dentro de un traje feo, medianamente atractivo, medianamente deseable.
        Ella en cambio es de esas mujeres que desde los treinta ya anticipan los cincuenta, vestida horriblemente con unos vaqueros que retienen su disparatado trasero, sin ningún encanto o gracia, medianamente nada.
        Colgada de su brazo, se despide besándole en la mejilla pero buscando su boca. Él se deja.
        Y es fácil saber con un golpe de vista cuando se separan que él está escapando, que se arrepiente de habérsela tirado este fin de semana, que se avergüenza de que le besé en público, pero que reúne todavía el mínimo de compasión o de cobardía como para no hacerle el feo en mitad de la calle.
        Seguramente va jurándose que la próxima vez dirá que no quiere volver a verla.
        Y es tan evidente todo, tan obvio e injusto, tan desagradable, y todos hemos estado tantas veces en un lado o en el otro de la situación que se quitan las ganas de pensar, de respirar, de buscar bocas o mejillas.
        Después sigo por la acera procurando no mirar las uñas en mis manos, la punta de mis zapatillas, las hojas en el suelo.

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Mañana este blog cumple tres años.
¿Hay alguien todavía ahí?

Posted by P. at 25 de Enero 2006 a las 05:39 PM
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